COLOQUIO JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
Siempre entusiastas por conocer y compartir todo lo referente a uno de los más importantes escritores de nuestra historia, los concurrentes que se dieron cita hace unos días en la Casa de la Literatura Peruana no quedaron defraudados y pudieron disfrutar del inicio del "Coloquio Anual José María Arguedas". Este evento académico convoca a los distintos estudiosos de la vida y obra del autor de "Agua", "Los ríos profundos", "Yawar fiesta", "El sexto", "Todas las sangres" y "El zorro de arriba y el zorro de abajo", entre otras producciones.
La socióloga Carmen María Pinilla Cisneros y la antropóloga Cecilia Rivera Orams participaron en esta mesa inaugural y expusieron - de una manera profunda, didáctica y amena - sus perspectivas en torno al trabajo de nuestro recordado escritor.
Carmen Pinilla, reconocida como una de las investigadoras más dedicadas a la vida y obra de José María Arguedas, sostiene que una de las características más importantes del mencionado escritor ha sido su capacidad de juzgar con lucidez la realidad que lo rodeaba. Arguedas nos muestra las mejores descripciones de la sociedad peruana y expresa, en ellas, sus problemas fundamentales. Un ejemplo claro de ello es la novela "El zorro de arriba y el zorro de abajo" (1971), donde nuestro escritor describe la situación de las masas segregadas de los migrantes. Publicada dos años después de su fallecimiento, la obra se enmarca en el contexto del boom de la pesca anchovetera. Este auge se inicia en 1966. Arguedas nos presenta entonces un panorama laboral con 10,000 empleados y la descripción de sus faenas, los mecanismos de acumulación del capitalismo a cargo de una mafia y la creación del sindicalismo con el nacimiento de la CGTP. Solo Surge la organización del pueblo. Como diría Gustavo Gutiérrez, "la marcha de los desposeídos". Y precisamente son estos desposeídos los que portan los valores ancestrales.
Sin embargo, los científicos sociales de la época pusieron en tela de juicio la lucidez de Arguedas para captar el mundo social. Tildaron de falso y nocivo el contenido de esta novela en cuanto "no reflejaba la realidad". Para contraponer esta postura habría que recurrir al pensamiento de Alberto Flores Galindo, quien afirmaba que aquellos científicos sociales estaban anquilosados en el pasado. Por otra parte, para el sociólogo Guillermo Rochabrún, Arguedas había sido el único en captar los matices de esa misma realidad.
Cecilia Rivera Orams, especialista en temas como migración andina, identidad de género y sistemas andinos de representación del poder, considera que existe una paradoja en el momento de ponderar el trabajo antropológico de José María Arguedas. Se asume que la objetividad científica supone un distanciamiento del objeto de estudio, pero la objetividad del antropólogo radica en una experiencia de endoculturación, de aprendizaje de la cultura de "los otros". Esta experiencia la tuvo Arguedas desde temprana edad, y por lo tanto tenía la suficiente autoridad para dar cuenta de ciertas características culturales del mundo andino, especialmente las referidas a las emociones personales de sus miembros. No obstante, el gran error de los científicos sociales que lo criticaron había sido dejarse llevar por las primeras impresiones "literarias" en vez de ahondar en el objetivo de fondo que buscaba Arguedas. Para dar cuenta de la realidad de la cultura andina no era necesario recurrir constantemente al narrador omnisciente que lo ve todo y lo entiende todo. Un texto multivocal podía cumplir la misma función descriptiva, sólo que sutilmente. Son los lectores al final los que aceptan reconocer los estilos; en este caso los "estilos etnográficos".
La socióloga Carmen María Pinilla Cisneros y la antropóloga Cecilia Rivera Orams participaron en esta mesa inaugural y expusieron - de una manera profunda, didáctica y amena - sus perspectivas en torno al trabajo de nuestro recordado escritor.
Carmen Pinilla, reconocida como una de las investigadoras más dedicadas a la vida y obra de José María Arguedas, sostiene que una de las características más importantes del mencionado escritor ha sido su capacidad de juzgar con lucidez la realidad que lo rodeaba. Arguedas nos muestra las mejores descripciones de la sociedad peruana y expresa, en ellas, sus problemas fundamentales. Un ejemplo claro de ello es la novela "El zorro de arriba y el zorro de abajo" (1971), donde nuestro escritor describe la situación de las masas segregadas de los migrantes. Publicada dos años después de su fallecimiento, la obra se enmarca en el contexto del boom de la pesca anchovetera. Este auge se inicia en 1966. Arguedas nos presenta entonces un panorama laboral con 10,000 empleados y la descripción de sus faenas, los mecanismos de acumulación del capitalismo a cargo de una mafia y la creación del sindicalismo con el nacimiento de la CGTP. Solo Surge la organización del pueblo. Como diría Gustavo Gutiérrez, "la marcha de los desposeídos". Y precisamente son estos desposeídos los que portan los valores ancestrales.
Sin embargo, los científicos sociales de la época pusieron en tela de juicio la lucidez de Arguedas para captar el mundo social. Tildaron de falso y nocivo el contenido de esta novela en cuanto "no reflejaba la realidad". Para contraponer esta postura habría que recurrir al pensamiento de Alberto Flores Galindo, quien afirmaba que aquellos científicos sociales estaban anquilosados en el pasado. Por otra parte, para el sociólogo Guillermo Rochabrún, Arguedas había sido el único en captar los matices de esa misma realidad.
Cecilia Rivera Orams, especialista en temas como migración andina, identidad de género y sistemas andinos de representación del poder, considera que existe una paradoja en el momento de ponderar el trabajo antropológico de José María Arguedas. Se asume que la objetividad científica supone un distanciamiento del objeto de estudio, pero la objetividad del antropólogo radica en una experiencia de endoculturación, de aprendizaje de la cultura de "los otros". Esta experiencia la tuvo Arguedas desde temprana edad, y por lo tanto tenía la suficiente autoridad para dar cuenta de ciertas características culturales del mundo andino, especialmente las referidas a las emociones personales de sus miembros. No obstante, el gran error de los científicos sociales que lo criticaron había sido dejarse llevar por las primeras impresiones "literarias" en vez de ahondar en el objetivo de fondo que buscaba Arguedas. Para dar cuenta de la realidad de la cultura andina no era necesario recurrir constantemente al narrador omnisciente que lo ve todo y lo entiende todo. Un texto multivocal podía cumplir la misma función descriptiva, sólo que sutilmente. Son los lectores al final los que aceptan reconocer los estilos; en este caso los "estilos etnográficos".
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