CONVERSATORIO SOBRE LA HERENCIA DE MARIO VARGAS LLOSA

El jueves 7 el Auditorio de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica tuvo el grato de honor de contar con la presencia del reconocido escritor Alonso Cueto, el profesor y actual ministro de cultura Juan Ossio y el periodista Jeremías Gamboa para compartir sus conceptos y experiencias respecto a la obra de Mario Vargas Llosa. Fue el ministro Juan Ossio quien inició la serie de intervenciones hablando sobre el modo en que inició la amistad con el reciente premio Nobel de Literatura. Todo sucedió a raíz de la participación de ambos en la comisión de periodistas que investigaron el caso Uchurajay. Fue importante su colaboración pues todos tenían que cumplir ciertos ritos o reglas de etiqueta para poder ganarse la confianza de los campesinos lugareños, quienes afortunadamente accedieron a conversar con ellos durante casi tres horas. Posteriormente lo acompañaría en su candidatura a la presidencia en el año 1990. Como historiador y antropólogo, Juan Ossio observó la relación existente entre el mesianismo andino y ciertos elementos de la obra “La guerra del fin del mundo” así como el fuerte vínculo entre el mundo de los machiguengas y la novela “El hablador”. Al momento de referirse sobre Mario Vargas Llosa como persona, el profesor universitario destacó la disciplina del escritor, pues lo considera un hombre ordenado y que sabe administrar su tiempo para hacer lo que más le gusta y, lo que a su vez, se ha convertido en una feliz realización laboral de su vocación. A su turno, y luego de contarnos una sabrosa anécdota sobre cómo Vargas Llosa tuvo su primer desencuentro con un conocido círculo literario (conformado por Sebastian Salazar Bondy , Alonso Cueto dio un alcance acerca de las personas que más habían influido en la trayectoria de Vargas Llosa: Carlos Barral (jefe de la editorial Seix Barral), Carmen Ballcels (su agente literaria y amiga) y Raúl Porras Barrenechea (su recordado profesor de Historia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos). Advirtió que si no hubiese sido porque Carlos Barral, en un tiempo libre, se animó a leer el texto mecanografiado de La ciudad y los perros, la historia de Mario hubiera sido muy diferente. En realidad, lo que tienen de parecido la antropología, la historia, el periodismo y la literatura es su común vocación por contar historias, y esto lo podemos encontrar claramente en la obra del escritor Mario Vargas Llosa. Existe, incluso, un rasgo interesante que anotar en la obra vargallosiana y Jeremías Gamboa nos lo hace saber: la visceralidad. Esta característica está presente en “La ciudad y los perros” y “El pez en el agua”. La primera de ellas, la novela que trata las incidencias de un grupo de cadetes en el Colegio Militar Leoncio Prado, es la obra a través de la cual Alonso Cueto logra entrar en contacto por primera vez con el talento de Vargas Llosa. El argumento supone la reconstrucción de una venganza. Vargas Llosa tiene rasgos de los dos personajes principales: el espíritu luchador de Alberto y el miedo de Arana. Antes habían sido un solo personaje, pero ante la incongruencia notoria, el escritor decide convertirlo en dos. Existe además en nuestro laureado escritor, según el periodista Jeremías Gamboa, el sello de una inocencia y fe difícil de encontrar en otros escritores. Se nota en Vargas Llosa un grado de responsabilidad con “el otro”, perceptible desde su preocupación por preguntar, por saber, antes que por esperar ser interrogado. Esto lo experimentó personalmente cuando fue a su casa a entrevistarlo luego de alcanzarle un ensayo.

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