LAS CRÓNICAS DEL INCA GARCILAZO

Según Oscar Coello, las crónicas hay que gozarlas. En términos de aceptación de lectores, el inca Garcilazo[1]  está muy bien; quizás mejor que Cervantes.  

El  narrador es un manipulador de la realidad convencional. El narrador organiza y establece metáforas. Acerca o aleja los hechos. (María del Carmen Bobes-Nieves). Para Santander, los Comentarios Reales… era una novela.

El inca Garcilazo prefería el latín. El castellano es indócil. No obstante, el del periodo de la conquista era el castellano más pulcro que se podía hablar en la época[2]Sin embargo, defendía la religión católica (la Conquista sirvió para “preparar a los indios”).  La Florida del Inca es una reelaboración de la leyenda incásica (ver Don Marticorena) , con influencia de la novela bizantina, según Aurelio Miroquesada. Cierta parte de lo que sabía el Inca Garcilazo era lo que había leído del cronista Pedro Cieza de León, su fuente principal de origen hispano (“No escribiré novedades que no se hayan oído”). Sin embargo, el cronista mestizo tenía otras fuentes reservadas (información transmitida en quechua por el lado materno).

El cronista peruano plantea una división histórica. Antes de los incas existían  personajes especiales, no eran bestias. Cuzco era como una Roma para los suyos (hace referencia a las concubinas). En las guerras fraticidas hubo mucha crueldad y calamidades.



[1] “Inca Garcilazo de la Vega” no era un título legal. Gómez Suárez de Figueroa se hacía llamar “El Capitán”.

[2] Se presume que el aymara era la lengua secreta de los incas (lengua particular)

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